EN TIEMPOS DE GUERRA TODO SE ALINEA Y SE CALLA

La metáfora de la guerra en tiempos de pandemia

Tiempos de guerra declarada. El enemigo invisible da algunos beneficios, definitivamente funda el alerta permanente. La metáfora actual, tan usada por epidemiólogos y gobiernos no es inocente. Hay que alinear y desplazar toda crítica. En las guerras los que dudan son traidores. Se cierran filas.

Es sabido que la historia nos ha sorprendido con guerras cuando los tiempos se ponían desesperados ante situaciones que no se pueden o no se quieren resolver. Es negocio. Como ejemplo basta con recordar a la Tacher y los militares argentinos, más allá del cuentito y de algunos sentidos comprensibles como el reclamo de Las Malvinas, esa guerra respondía a intereses que superaban y lucraban con el sacrificio de tantos cuerpos y almas. Sabemos de las industrias que se movilizan y experimentan con las guerras. Ahora el sentimiento de guerra es global, son globales los negocios, seguramente de los laboratorios que inicialmente serán vistos como salvadores. El virus da para todo.

«Que el combate contra el virus sea una guerra advierte sobre su excepcionalidad, justifica las medidas drásticas y la centralización del mando y apela a la heroicidad. Se trata de una guerra global. Los líderes mundiales adoptan este lenguaje: Trump habla de “enemigo”, Macron “le declara la guerra” al virus, Italia “está perdiendo la guerra” contra la pandemia. Los medios también privilegian ese encuadre. El coronavirus es “un nuevo frente de guerra” entre Estados Unidos y China, es una crisis comparable a “las guerras mundiales”. (Daniel FernándezPedemonte/ uente www.perfil.com).

Completa estas declaraciones nuestro presidente Fernández, con la guerra ante un enemigo invisible. El aliado, el miedo. Su popularidad creciente y absoluta deja sin voz a quien ose pensar distinto. Por ejemplo periodistas, analistas, redes, todos subsumidos en ejércitos de trolls que solo buscan atentar contra la patria. Y así, los que hablan de abrir la mirada hacia el estado de la economía quieren que la gente muera. Históricamente, este tipo de partido e ideología siempre buscó un enemigo y fundamentó su poder arbitrario y personalista en quienes acechan para desestabilizar. Orígenes militares y religiosos se unen en estos usos que desde el maniqueísmo, declaran la lucha del bien contra el mal.

Esta metáfora se une a lo médico, frente a la enfermedad como enemiga de la salud, y multiplica in eternum esta lucha sin fin.

Lo cierto es que el virus desnuda una vez más múltiples miserias que a la larga ninguna guerra podrá tapar, y en la que líderes que despertaban la sujeción absoluta y la obediencia debida, pueden mañana pasar a ser pobres pollitos en fuga.

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