ELOGIO DEL CAMINANTE

CAMINAR HACIA AFUERA Y HACIA ADENTRO por marcelmaina

David Le Breton nos tiene acostumbrado a sorprendernos con su lucidez enfocada hacia la centralidad del cuerpo y su historia. Imperdible el revisar su bella y profunda obra «Antropología del cuerpo y modernidad», donde podemos comprender que no tenemos cuerpo, somos cuerpo, y el habla de nuestra historia y evolución, transformaciones, resistencias y sufrires.

También es valioso recorrer cual camino toda su producción sobre el caminar, en «Elogio del caminar», o en «Caminar, elogio de los caminos y la lentitud». Simple resistencia y afirmación de los cuerpos en su vínculo profundo con la naturaleza y también con su interioridad, cual forma de meditación.

Y nos regala reflexiones sublimes, como ésta :

«Una caminata se inscribe en los músculos, la piel, es física y remite a la condición corporal que es la de lo humano. Manera de recuperar la infancia en el júbilo del esfuerzo, de la tenacidad, del juego. Como un niño que juega y desaparece en su acción, el caminante se disuelve en su avance y recupera sensaciones, emociones elementales que el sedentarismo de nuestras sociedades ha vuelto escasas.

Lo que es importante en la caminata no es su punto de llegada sino lo que en ella se juega en todo momento, las sensaciones, los encuentros, la interioridad, la disponibilidad, el placer de vagabundear… muy simplemente existir, y sentirlo. Ella se encuentra lo más lejos posible de los imperativos contemporáneos donde toda actividad debe ser provechosa, rentable. La caminata es inútil, como todas las actividades esenciales. Superflua y gratuita, no conduce a nada de no ser a sí mismo tras innumerables desvíos. Nunca está subordinada a uno objetivo sino a una intención, la de recuperar su aliento, un poco de ligereza, unas ganas de salir de su casa. El destino no es más que un pretexto, ir más más allá que a otra parte, pero la próxima vez será a otra parte más que allá. En este sentido, la caminata es la irrupción del juego en la vida cotidiana, una actividad consagrada solamente a pasar algunas horas de paz antes de volver a casa con una provisión de imágenes, de sonidos, de sabores, de encuentros…»

A caminar…caminante no hay camino…

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