por Marcelo Mainini

María siente corridas sobre el techo de su casa, intentan abrir una puerta. Llama desesperada al 911. Tres veces. Tras la cantinela inicial queda mudo el llamado. Llama a la comisaría, la atienden y le dicen que desgraciadamente no tienen móviles para enviar, que pruebe con el Comando. Son segundos donde se confunden el miedo, la rabia y la impotencia. Pasa por su cabeza el tema de tener un arma. Corre ese pensamiento, siempre ha estado en contra de eso…pero se da cuenta que lo pensó.
Juana se queda paciente en la cola para recibir comida, le avisan que van a tratar de buscar otros alimentos, que los que estaban no alcanzaron. No quiere irse, no tiene otra opción. Se culpa como siempre. No sabe cuándo empezó ésto, cuando tenía varias casas para limpiar podía zafar.
Jorge descubre que una persona con la que estuvo tuvo vínculo con alguien cercano a un caso de Covid 19 confirmado. Ésta persona lo llama y le dice por las dudas se guarde por 14 días. Le pregunta: ¿pero cómo dio el vínculo directo? -No sé le contesta, no le hicieron aún hisopado, le dijeron lo mismo, que se guardara 14 días. Jorge siente que todo está librado a la mano de Dios.
Marta es maestra, se la pasó como esclava de los alumnos en éstos tiempos de cuarentena, con sobrecarga de tiempos, invirtiendo de su servicio de internet, el zoom y toda su aparatología. Mientras tanto quedaron suspendidas las paritarias, su sueldo quedó demasiado atrás. Siente que a este país, más allás de los discursos le importa una mierda la educación. Vuelve a sacar el cálculo de cuánto falta para jubilarse. ¿Y anticipada?
Rogelio abre y cierra su pequeño negocio de electrodomésticos. Ya no lo puede mantener, no quiere meterse en créditos, y los impuestos siguen llegando. No entiende cómo en los grandes supermercados se vende lo que se les prohíbe a los pequeños y medianos negocios. Parece que todo está armado para seguir concentrando. ¿Y a dónde irse? El panorama, y su edad parecen no alentarlo.
Y así podríamos tomar miles de ejemplos, el bendito Estado de todos se ha vuelto anulador y ausente en más de un caso. La forma de cuarentena fue la más fácil, porque la verdad que ya no se puede controlar nada. ¿Cómo un estado que deja que abunden las infracciones y que por ejemplo el tránsito sea una selva, iba ahora a controlar? La pandemia desnudó el estado vacío de tantas cosas. Los resultados de las cuarentenas solo de encierros indiscriminados no dieron los resultados esperados. Quiere decir que otras variables, las del control del Estado, la de atención del área Salud, la de los seguimientos, no están aceitadas…y muchas veces están ausentes. ¿Qué decir de los controles de geriátricos? Muchos hemos visto el lamentable estado de la mayoría por muchos años. Pero está la gente de a pie, que se la elogia y se la acusa, cuando es necesario delegar responsabilidades.
Y qué decir del negocio de las mineras que no se paró, sino se alentó y entró subrepticiamente en estos tiempos ideales para el ocultamiento. La deforestación, la producción y utilización de agroquímicos. Para ejemplo basta la gran comedieta de las islas frente a la localidad de Rosario, donde los productores vienen incendiando las tierras, devastando la flora y la fauna e intoxicando con el humo a las localidades vecinas. Se habla de millones de pesos, solo usados para apagar, no se tocan los dueños ni ahí se habla de expropiación.
Alguien dirá -¿Y la Justicia? ¿Independiente? Ha sido lamentablemente socia de la corrupción de años en este país, y acusa siempre a los perdedores…parece que solo para que haya oportunidad de cambiar figuritas.
Todos los gobiernos, desde el menemismo en adelante (tal vez el gobierno fundante de el gran saqueo, convocante del narcotráfico), todos se sirvieron a su manera, sus autoridades en gran medida se enriquecieron desmedidamente, se mudaron algunos a Puerto Madero, otros a barrios privados. y aprendieron qué discurso era el indicado en cada momento. Y gran parte de nosotros, se aferró a discursos vacíos, como se fue vaciando el Estado. «Más Estado», «Estado eficiente», «Agrandar el Estado», «Achicar el Estado». Era seguro que no iban a decir «Saquear el Estado». Y hasta quien hablaba de saqueos…se sumó a la maquinaria.
Y ahora, lamento decirlo…viene lo peor, porque cuando comiencen a caer tantas mentiras, y el patrioterismo barato se disipe, cuando la lamentable situación económica apriete, veremos con mucho temor a un monstruo que cariñosamente nos dice -Yo te cuido-
Nos quedan las postreras palabras de Italo Calvino… “el infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.”
Así sea.